Una realidad ignorada es que, miremos a donde miremos, encontramos diseño en nuestra vida cotidiana.
Desde ese momento en el que abrimos los ojos y consultamos la hora en el reloj, hasta cuando abrimos las redes sociales o elegimos qué ropa ponernos, el diseño está ahí, influyendo en cada una de nuestras decisiones, e incluso definiendo la personalidad de cada uno.
Y, aunque para algunos puede parecer simplemente algo “bonito”, “cuqui” o “creativo”, la realidad es que el diseño va mucho más allá de lo superficial. Así que, podríamos preguntarnos, ¿qué es realmente el diseño y por qué merece nuestra atención? Es algo que, sin duda, vale la pena explorar.
¿Qué es el diseño y para qué sirve?
Cuando nos paramos a pensar en diseño, de primeras suele venir a la mente cosas como carteles, webs o logotipos.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad, el diseño es mucho más que eso, es una forma de organización de ideas, objetos, espacios o experiencias para que tengan coherencia y sean útiles para el resto de personas.
Conecta lo funcional con lo visual, buscando que algo no solo sea agradable a la vista, sino que también sea fácil de usar, atractivo, resolutivo e incluso inspirador.
Por ejemplo, el diseño de una silla no se limita a su aspecto, sino que también considera si será cómoda para sentarse durante varias horas.
También podemos pensar en una app que usamos todos los días, esta estará diseñada para que encontremos lo que buscamos de forma sencilla y sin frustración.
Por lo tanto, el diseño se convierte en una herramienta, la cual tiene como objetivo mejorar nuestra interacción con el mundo, haciéndolo más accesible, intuitivo, y hasta más interesante.
Además, el diseño también tiene una faceta más profunda, puede llevarnos a reflexionar sobre cómo vivimos y cómo podríamos hacerlo mejor. Nos invita a cuestionar lo que damos por sentado y a imaginar otras formas de abordar las cosas.
Es esa herramienta que, a veces sin darnos cuenta, transforma lo cotidiano en algo especial, algo que merece ser apreciado, entendido y valorado por todos.
Citando al arquitecto y diseñador Charles Eames “Los detalles no son los detalles. Los detalles son el diseño.”
¿Dónde encontramos el diseño en nuestra vida cotidiana?
Como bien sabemos, existen diferentes tipos de diseño en la vida cotidiana, algunos son más conocidos que otros, pero todos acaban formando parte de nuestro entorno y nuestro día a día.
Diseño gráfico
Quizás uno de los diseños más conocidos, o por lo menos, más relacionado con lo que se cree conocer como diseño.
Lo encontramos en todas partes, en los carteles publicitarios, en las etiquetas de productos en el supermercado o en los menús de un restaurante. Se nutre principalmente de imágenes, colores, tipografías y formas para comunicar un mensaje y/o provocar una emoción.
Al final, está miremos donde miremos. En las portadas de los libros que leemos, en las señales de tráfico y hasta en el embalaje de los productos que compramos.
Su función va más allá de hacer algo más bonito; busca captar la atención del usuario, comunicar de forma rápida y efectiva, y a menudo transmitir la identidad o valores de una marca. Es una forma de entender y sentir algo sin esfuerzo.
Diseño de experiencia de usuario (UX)
Cada vez que navegamos por una web o utilizamos una app de nuestro móvil, experimentamos el resultado de un diseño UX.
Este tipo de diseño se centra en hacer que estas experiencias de los usuarios sean lo más intuitivas, agradables y eficientes posibles.
Se trata de entender cómo pensamos y qué esperamos de una interfaz para que todo funcione de forma natural y casi sin esfuerzo.
Como explica Jakob Nielsen, el padre de la usabilidad: «La usabilidad es un atributo de calidad que evalúa lo fáciles de usar que son las interfaces de usuario. La palabra ‘usabilidad’ también se refiere a métodos para mejorar la facilidad de uso durante el proceso de diseño».
Este diseño se basa en estudios de comportamiento, pruebas de usuario, y análisis de datos para entender mejor cómo interactuamos con los productos digitales.
No es solo una cuestión de que una página se vea bonita, sino también de que sea clara, accesible y que guíe al usuario sin problemas hacia su objetivo.
Desde las opciones de menú hasta la colocación de los botones de acción, todo está pensado para mejorar la experiencia de uso, reducir la frustración, y asegurar que el usuario quiera volver.
Diseño de producto
Cada objeto que tocamos a lo largo del día (desde el cepillo de dientes hasta nuestro teléfono móvil) ha pasado por un proceso de desarrollo muy amplio, relacionado con el diseño de producto.
Este tipo de diseño se preocupa por la forma, el material, la ergonomía e incluso el peso del objeto, para que sea fácil de usar y cumpla su función de la mejor manera posible.
Como definía el diseñador industrial Dieter Rams: «El buen diseño es innovador. El buen diseño hace un producto útil. El buen diseño es estético».
Y es que el diseño de producto no solo piensa en la utilidad del objeto, sino también en cómo se fabrica y se distribuye, siempre buscando un equilibrio entre lo práctico y lo estético.
Imaginemos el diseño de una botella de agua cualquiera, no solo debe cumplir con su función, que es contener el líquido, sino que también debe ser fácil de agarrar, abrir y transportar. Y, además, hay que tener en cuenta que debe ser un diseño que sea atractivo para el consumidor.
Los productos que usamos a diario, desde utensilios de cocina hasta coches, están diseñados para maximizar nuestra comodidad y eficiencia, sin que muchas veces lo notemos.
Fotografía
Aunque pueda parecer que solo se trata de capturar momentos, la fotografía es diseño visual en su máxima expresión.
Consiste en jugar con la luz, los colores, las sombras y las composiciones para contar una historia o transmitir una emoción.
La fotografía es un medio poderoso para documentar, comunicar y evocar sensaciones.
Desde la fotografía de moda que busca resaltar la belleza de una prenda, hasta la fotografía documental que busca captar la realidad de una manera cruda y directa, cada imagen es un ejercicio de diseño.
Un buen fotógrafo piensa en cada detalle: el ángulo, la luz, el enfoque… Todo con el objetivo de transmitir una idea, un sentimiento, o incluso provocar una reflexión en quien la ve.
La fotografía está presente en nuestra vida diaria, desde las imágenes que consumimos en medios de comunicación hasta las que capturamos con nuestros móviles.
Diseño de interiores
El diseño de interiores se encarga de cómo nos sentimos en los espacios que habitamos.
La disposición de los muebles, la elección de los colores en las paredes, el tipo de iluminación… todo está pensado para generar una sensación específica.
Juega con nuestra percepción de los espacios. Por ejemplo, el uso de espejos puede hacer que una habitación parezca más grande, mientras que una iluminación cálida puede hacernos sentir más acogidos.
Incluso, en un lugar de trabajo, un diseño eficiente puede mejorar la productividad al crear espacios colaborativos, cómodos y estimulantes.
Este tipo de diseño no se limita a lo que se ve, sino que también considera aspectos como la acústica, la ventilación y la ergonomía, contribuyendo a nuestro bienestar general.
Diseño urbano
El diseño urbano está en las plazas, en las calles, en los parques… en cómo se organiza la ciudad para que sea un lugar más habitable y conectado.
Este tipo de diseño puede ayudarnos a movernos mejor, a sentirnos más seguros, o incluso a disfrutar más de nuestros trayectos diarios.
Se preocupa por crear espacios que fomenten la interacción social, la seguridad y el bienestar.
Por ejemplo, el diseño de una plaza pública puede incluir bancos, áreas verdes, y fuentes de agua para invitar a las personas a quedarse y socializar. O un carril bici puede mejorar la movilidad sostenible, reduciendo la contaminación y el tráfico.
Es un tipo de diseño que busca hacer nuestras ciudades más habitables, accesibles y sostenibles, influyendo directamente en nuestra calidad de vida.
Diseño de moda
Este tipo de diseño se encuentra en cómo vestimos, en cómo elegimos las prendas cada día.
Cada prenda que usamos es el resultado de un proceso creativo que combina estética, funcionalidad, materiales, y hasta un mensaje cultural o social.
El diseño de moda no es solo sobre tendencias; es también una forma de expresión personal. Al final, cada prenda cuenta una historia, refleja un estado de ánimo, o incluso una postura ante la vida.
Nos vestimos para expresarnos, para adaptarnos a diferentes contextos y ocasiones. Y, detrás de cada elección hay un trabajo de diseño que tiene en cuenta tanto la estética como la funcionalidad.
Diseño industrial
Este diseño se centra en la creación de productos fabricados a gran escala.
Desde electrodomésticos hasta coches, el diseño industrial busca que estos objetos sean funcionales, eficientes y seguros, teniendo en cuenta tanto la parte técnica como la estética.
Este diseño va más allá de la simple creación de objetos. Se trata de pensar en cómo esos objetos se integrarán en nuestras vidas, cómo se utilizarán, y cómo se fabricarán de manera sostenible.
Un buen ejemplo es el diseño de un coche. No solo se tiene en cuenta su apariencia exterior, sino también cómo maximizar la seguridad de los ocupantes, cómo reducir el consumo de combustible, y cómo hacer que la experiencia de conducir sea lo más placentera posible.
El diseño industrial combina creatividad con ingeniería, buscando siempre un equilibrio entre forma, función y producción sostenible.
La importancia de apreciar el diseño de nuestro entorno
Quizás, empezar a notar que el diseño está en todas partes puede cambiar un poco la manera en que vemos el mundo.
Podría ayudarnos a ser más conscientes de los objetos, los espacios, y las experiencias que nos rodean.
También puede invitarnos a valorar las decisiones detrás de cada cosa, y a apreciar un poco más el trabajo creativo que hay detrás. Las horas y el esfuerzo que han dedicado especialistas y profesionales en ponerse en nuestra situación, comprender nuestro contexto, para facilitarnos lo máximo posible la vida.
El diseño es mucho más que algo bonito, es una parte fundamental de nuestra vida diaria. Sin él, muchas de las cosas que damos por hechas serían menos eficientes, menos atractivas, o simplemente menos agradables.
Y si nos tomamos un momento para pensar en el diseño que hay detrás de todo lo que utilizamos o experimentamos, quizás podamos entender un poco más cómo afecta nuestras vidas, y cómo, en definitiva, contribuye a hacer el mundo un lugar mucho más interesante y agradable, a la vez que funcional y óptimo.
Porque, al final, el diseño está en nuestra vida cotidiana, esperando a ser descubierto y apreciado.
Y puede que al notarlo, empecemos a disfrutar un poco más de cada experiencia, cada espacio, y cada pequeño detalle que nos rodea.